martes, 20 de octubre de 2009

¿QUÉ ESPERAMOS?

Alguien me preguntaba recientemente, cuál era mi opinión de por qué las iglesias no están creciendo, pero quien me preguntaba me dio su opinión primero. Según esa persona, las iglesias no crecen porque no se atiende a los creyentes de una manera que se sientan cómodos en las iglesias, y para eso él tenía un plan ya trazado. También mencionó otras cosas, para mí, absurdas todas ellas, porque todas apuntaban hacia la comodidad de los creyentes dentro de la iglesia.

Cuando al fin me dejó responder a su pregunta (luego de oírlo hablar, pensé que en realidad no le interesaba mi opinión, sino la de él) le dije: “El Señor nos manda en su Palabra en Mateo 28:19-20 lo siguiente… Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. Entonces la causa para mí de que las iglesias no crezcan en sencillamente porque no están cumpliendo La Gran Comisión, que en muchas iglesias se ha convertido en la Gran Omisión”.

En realidad, no se está predicando el nombre del Señor como debe hacerse. Muchas iglesias dejan todo el esfuerzo evangelizador en grandes campañas cuando algún “gran evangelista” visita su ciudad… en algunos casos da algún resultado, pero la mayoría de las veces son más los cristianos que asisten a este tipo de evento, en lugar de los no creyentes… si analizamos bien el mandato del Señor para evangelizar, Él lo hizo a individuos, no a grupos o iglesias… mi iglesia no debe evangelizar porque Dios la mandó, mi iglesia evangeliza porque cada miembro de ella como cristianos tiene la obligación de hacerlo.

Jesús no mandó hacer campañas evangelizadoras, no es que esté en contra de ellas aunque tampoco a favor, Él fue claro al decirnos que cada uno de nosotros debe llevar el mensaje a los que no lo han oído… siempre recuerdo las palabras de mi primer pastor, él siempre nos decía: “Las personas del mundo están muertas en sus delitos y pecados, ¿Cuándo han visto ustedes a los muertos caminando hacia la iglesia o a la campaña evangelizadoras para que les devuelvan la vida? ¡NO! Así no funciona, somos los que estamos vivos en Cristo quienes debemos ir a los que están muertos para llevarles el mensaje que da vida y esperanza”

Entonces, por qué nos empeñamos en cambiar la forma de Dios a la forma “cómoda” de nosotros, digo cómoda porque es muy fácil que otro haga el trabajo que Dios me ha encomendado a mí. Pero, qué responderemos cuando Él nos llame a dar cuenta de los que nos mandó hacer, ¿cuál será nuestra excusa? Me pregunto: ¿Qué parte de vayan y hagan discípulos no entendemos? Él es claro en lo que nos manda, no necesitamos un título de teología ni nada más para entender el mandato de Dios. SOLO HAY QUE HACERLO…. Y HAY QUE HACERLO YA!!!

Oración: Señor concédenos la valentía de hablar con denuedo acerca de ti, que no nos avergoncemos de anunciar tu nombre y tu mensaje, que nuestro mensaje vaya acompañado de una vida digna de una mensajero tuyo, que nadie tenga nada que reprochar de nosotros y que dejemos los resultados a tu Espíritu Santo quien es el que convencerá a la gente de aceptarte y reconocerte como Señor y Salvador.

Experimentando a Dios en mi vida: A veces pienso que una de las razones de por qué no predicamos a Jesús es sencillamente porque al hacerlo me identificaré con Él y nuestra vida o testimonio está acorde con lo que anunciamos, tal vez otra sea porque no hemos creído en Jesús aun y necesitamos hacer el paso de recibirle, porque cuando Jesús está en nosotros seremos como la samaritana que corrió rápidamente a sus familiares, vecinos y conocidos a anunciarles que había encontrado al Mesías… pensemos, ¿Hemos encontrado al Mesías? ¿Estamos compartiéndolo? ¿QUÉ ESTAMOS ESPERANDO?... PERMÍTEME SEÑOR QUE ME DESGASTE ANUNCIANDO TU SALVACIÓN… TE AMO, MÁS QUE NUNCA!!!

miércoles, 9 de septiembre de 2009

¿IMITADORES DEL SEÑOR?


Hace poco conversé con una jovencita “cristiana” que me dijo que su mayor aspiración era ser como Paris Hilton (qué ejemplo). Le pregunté, ¿Estarías dispuesta a morir por causa de Jesús y su obra? Y la joven me respondió (creo que lo hizo pensando que era lo que yo quería oír) ¡Claro, que estoy dispuesta a morir por mi Señor! Entonces le pregunté: ¿Estarías dispuesta a vivir por el Señor? Y ella no supo contestar.
Como autómatas respondemos cosas que otros quieren oír, o simplemente para quedar bien. Pienso que en la época de los mártires mucha gente murió por causa de Jesús y hoy día en los sitios donde está prohibido el evangelio es loable la gente que pone en riesgo su vida por causa del evangelio del Señor. Pero, donde hay libertad, es fácil decir: ¡Estoy dispuesto a morir por Jesús! Pero en estos sitios es mucho más loable y difícil decir ¡Estoy dispuesto a vivir por y como Jesús!
En la carta de Pablo a los Efesios en la Biblia nos dice: “Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados” pero yo me pregunto: ¿Por qué nos parecemos tanto al mundo? Él también nos dice: Bienaventurado los pobres, los que sufren… pero pedimos por más prosperidad económica y por menos dolor… ¿qué pasa con aquellos grupos que fomentan estas cosas? Acaso no leen las Escrituras.
Alguien me dijo también que no era fácil imitar a Jesús o lo que es lo mismo, ser un buen cristiano, porque estamos rodeados de maldad y el ambiente nos obliga a ser como somos. Yo me pregunto: ¿Acaso, Jesús no se la pasó rodeado de ladrones, prostitutas, mentirosos, arrogantes? Y ¿Cómo fue su actitud? Él no se contaminó con el mundo, al contrario, impactaba al mundo donde estaba por ser completamente diferente a ellos.
Ante las circunstancias de la vida, qué cosa aflora de nosotros, ¿La actitud de Jesús? O ¿La del mundo? ¿Aflora en nosotros el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, templanza, mansedumbre, dominio propio? A veces me avergüenzo cuando como “cristianos” reaccionamos tal como lo haría alguien que no conoce de Dios. Y lo que es peor, cuando lo hacemos lo contrario que haría un cristiano, siempre hay una excusa o razón “de peso” para haberlo hecho.
Me pregunto, si Jesús en persona nos pasara por un lado ¿Lo reconoceríamos? ¿Sería Jesús aceptado como miembro de nuestras iglesias de hoy? Tal vez algún ujier le llame la atención porque sus pies tal vez manchen la alfombra del templo. En qué pensamos cuando en nuestras iglesias hay tanta ley de hombres y hemos dejado de lado la Palabra de Dios. “Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios” (Efesios 5:1-2)
Recordemos a los creyentes de Tesalónica: “Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo. De esta manera se constituyeron en ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya” (1 Tesalonicenses 1:6-7) que nuestro ejemplo sea digno de seguir porque a quien seguimos es a Jesús. ¿A quién estamos imitando, a Jesús o a algún artista famoso?

Oración: Señor permíteme siempre ser un imitador de ti, porque si alguien decide imitarme pueda seguir un buen ejemplo… no permitas que me olvide ni me aparte de ti jamás. Que aborrezca lo que tu aborreces y ame lo que tu amas… que donde me pare la gente no me vea a mi sino a ti mismo a través de mi… que siempre refleje tu presencia y tu carácter. Amén

Experimentando a Dios en mi vida: He visto muchas cosas en las iglesias que estoy seguro que el Señor tomaría nuevamente su látigo (como lo hizo con los mercaderes) y comenzaría a voltear mesas y a regañarnos por lo que estamos haciendo en ellas. Mucha gente dice conocer a Jesús (el diablo también lo conoce) pero me pregunto ¿Nos conocerá Jesús a nosotros? Recuerdo el pasaje donde Jesús dirá “nunca los conocí” no dice Uds. me conocieron sino “no los conocí” tal vez muchas iglesias reflejan lo que reflejan porque están llenas de personas que Jesús no conoce, porque aquel que conozca Jesús será diferente, “por sus frutos los conoceréis”. Examinémonos y veamos si Jesús nos conoce. GRACIAS POR SER COMO ERES Y POR HABER IMPACTADO MI VIDA… TE AMO!!!

miércoles, 12 de agosto de 2009

Volvámonos niños


Siempre me ha llamado la atención el pasaje bíblico de Mateo 18:3 “Entonces dijo: —Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos”.
Me llama poderosamente la atención observar que el Señor Jesús dice claramente que el que no se vuelva como un niño NO entrará al cielo. Es decir, que una señal inequívoca de que Jesús ha entrado en nuestro corazón es que no transforma en niños. Y pensar que de niños queremos ser adultos y ahora Jesús nos pide retroceder, entonces YO QUIERO SER UN NIÑO…
Me parece que cuando somos niños (por lo menos en mi caso) el anhelo más grande que se tiene es querer crecer, ser un adulto, madurar… ¿madurar? En la medida que estamos en ese proceso de crecimiento recuerdo mucho a mis hermanas (siete, para ser más específico) gritándome ¡Madura muchacho! Mis dos hermanos varones tal vez lo pensaban también pero no me lo decían, jajaja…
¿Y qué es madurar? Creo que es aprender a ser independiente. Ser independiente es precisamente aprender a cuidar de uno mismo. Si hay algo vital que diferencia a un niño de un adulto, no es la inocencia o la ingenuidad o la seriedad de uno o del otro.
La diferencia es que un niño no puede comer, vestirse, andar y sobrevivir, sin tener que depender de sus padres. Un niño es dependiente. Esa es la diferencia entre el adulto y el niño.
El adulto puede comer, vestirse, andar y posiblemente sobrevivir hasta cierto grado, sin depender de sus Padres o de alguien más. Una de las virtudes de “crecer y madurar” es que, eventualmente, la persona obtiene la madurez suficiente para poder valerse por sí misma en la vida y volverse independiente, al punto que logra sobrevivir en este mundo difícil sin tener que depender de nadie. Al menos en cierto grado. Eso es el andar común de la vida, y así es diseñado por Dios.
El problema surge cuando los llamados adultos nos acomodamos a este concepto de INDEPENDENCIA y tratamos de hacer todo en la vida, olvidando que Dios nos ve como sus hijos, sus amados niños. Necesitamos ser alimentados, vestidos, guiados, corregidos y enseñados. Pero, pareciera que somos demasiado autosuficientes para tal tarea. Desgraciadamente esto nos aleja de tener una relación con Dios.
La independencia tiene un vínculo muy cercano con algo que se llama orgullo, el cual choca irremediablemente en nuestro caminar con Dios. Dios da gracia al humilde pero resiste al soberbio. (1ª. Pedro 5:5) ¡Dejad que los niños vengan a mí! (Mateo 19:14).
A Dios le agrada aquel que reconoce que, delante de Él, solamente puede comportarse como niño, dependiente, confiado, necesitado y consciente de que Él es su verdadera fuente de provisión y crecimiento. El que se humilla como un niño es el que ha de heredar uno de los más importantes valores que existen en nuestro caminar: La dependencia en Dios, hermana gemela de otro valor muy importante llamado fe.
Cada vez que estoy en situaciones que parecieran no tener solución, solamente recuerdo que para Él soy como un niño; que mi trabajo es hacer lo posible, y el Suyo es hacer lo imposible. Debo recordar cada día, cada instante que tengo que depender de Él en todo. Debemos ser como ese niño que cada noche corre a su cama (o lo llevan obligado, según sea el caso) a dormir y descansa porque sabe que su papá está cerca. Muy cerca cuidándolo, velando su sueño y pendiente de cualquier cosa que ese niño requiera de él. Así nuestro Padre celestial vela y cuida de nosotros, Él cumple su trabajo de cuidarnos pero muchas veces nosotros no cumplimos el nuestro de confiar en Él y descansar.
Dios quiere que tu también vengas y reposes de la misma manera en Él, porque sin importar lo que el futuro pueda traer, tú sabes que tu Padre celestial cuida de ti, y todas Sus promesas son verdad y se harán realidad para tu vida, por lo cual puedes dormir tranquilamente en la noche bajo la sombra de Sus alas como el niño que eres para Él.

Oración: Gracias Señor porque sé que soy tu niño… sé que cumples tu parte de cuidarme, guiarme, regañarme, y atender mis necesidades… no permitas que me olvide de todo eso jamás y que pueda vivir siempre confiado de que Tú estás cerca de mí. Amén.

Experimentando a Dios en mi vida: A Dios le agrada aquel que reconoce que, delante de Él solamente puede comportarse como niño: dependiente, confiado, necesitado y consciente de que Él es su verdadera fuente de provisión y crecimiento. GRACIAS POR ESTAR CERCA DE MI SIEMPRE… TE AMO!!!

miércoles, 29 de julio de 2009

¡¡¡Libre!!!


La Biblia nos enseña que Dios nos ha hecho libres. Hay un cántico viejo que dice: Libre, tú me hiciste libre, libre del pecado y de las cadenas que ataban mi vida y mi corazón. Pero, por qué hay tanta gente viviendo como si estuviesen atados aún… somos como el elefante que está habituado a estar atado porque desde pequeño estuvo atado, que después de crecer y tener fuerza suficiente para romper su atadura sigue creyendo que no puede romper esa pequeña cuerda que lo ata de su pata.
Hay un pasaje bíblico que dice: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17) En ocasiones me detengo a observar a las personas y muchas veces su lenguaje corporal (sus movimientos al andar, hablar o hacer cualquier cosa) indica que se mueven como si tuvieran un gran peso encima, y recuerdo la ilustración del elefante atado. Y en realidad hay razones para sentirse de esa manera porque, pienso yo, que lo más triste es estar libres pero seguir viviendo en una celda atado de una cadena invisible… Así viven muchos cristianos, o mejor dicho vivimos, pero es porque nos empeñamos es estar atados al dolor, a la tristeza, al desánimo, a una vida sin color, ni sabor, ni mucho menos alegrías.
De verdad que debería darnos vergüenza con el Señor, Él ha hecho todo lo posible y lo imposible para hacernos libres pero nosotros escogemos la esclavitud. Hasta hace poco me sentí de esa manera, nada me animaba y vivía pensando más en mis problemas que no me daba cuenta que estaba llevando una pesada carga sobre mis hombros y corazón que no me correspondía llevar.
Me la pasaba quejándome, casi diciendo “pobre de mí” pero leyendo la Escritura, Dios me habló en este corto pasaje de 2 Corintios 3:17, y también Dios me habló a través de alguien que conozco y que a pesar de los muchos problemas y verdaderas dificultades que enfrenta en su vida la vi cantando con un gozo y una paz que no había visto antes. Pensé, si esta persona tiene esta actitud entonces es porque se siente verdaderamente libre.
Esta persona hizo suya las palabras del Señor que dice en Juan 8:36 “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Y esas dos cosas me hicieron pensar en que ya Dios nos hizo libres, pero ser verdaderamente libres es una decisión personal y fue entonces que me dije a mi mismo: “Decido ser libre de cualquier cosa que me desanime y me haga sentir mal” y desde ese mismo momento siento una paz indescriptible… ese alivio que se siente cuando nos quitan un gran peso de encima.
Pienso en Jesús con sus brazos abiertos diciéndome a cada instante: “No lleves esa carga hijo amado, tú no puedes con ella, déjame a mí llevarla por ti” y ahora cada cosa que se convierte en una carga para mí, solamente la deposito en los brazos del Señor y así mi corazón es libre para ocuparme de las cosas que Dios quiere que haga y que muchas veces no hacemos simplemente porque estamos demasiados ocupados en nosotros mismos y en nuestra esclavitud.
Dios nos ha hecho libres de nuestra pasada manera de vivir, de nuestros pecados, de la muerte. ¡¡¡Vivamos como gente realmente liberada por el poder de Dios… seamos libres!!!

Oración: Señor, gracias por abrirme los ojos y hacerme entender que soy libre. Porque siendo libre vivía esclavo de mi dolor y angustias, pero ahora que me has hecho entender que debo apropiarme de la libertad que ya poseo, permíteme serte útil en todo lo que me pidas. Amén.


Experimentando a Dios en mi vida: Dios lleva nuestras cargas para que podamos actuar en su obra, para que realmente gocemos de la vida abundante que Él nos ha otorgado. Estoy agradecido de que Él me hablé a través de su Palabra escrita y a través de otras personas y éstas no saben que son instrumentos de Dios. GRACIAS POR ESTAR TAN PENDIENTE DE MÍ… TE AMO CADA DÍA MÁS!!!

viernes, 17 de julio de 2009

CUIDADO CON EL ENOJO (PARTE II)

Recientemente caminaba por una avenida de la ciudad y me sorprendió mucho una escena que vi, un choque entre dos carros en una esquina. Un hombre había golpeado el carro de una señora con su carro (fue culpa de él) y este hombre se bajó de su carro, tomó una piedra del suelo y la arrojó al parabrisas del carro de la mujer, luego se montó en su carro y se fue velozmente del sitio del accidente. ¿Qué hizo que este hombre reaccionara así? El enojo, la rabia o cualquier cosa que estuviera pasando por la mente de este hombre es un misterio para mí. Pero, tal vez este hombre desató toda una carga de frustración y miedo en ese instante y la que sufrió las consecuencias fue esta pobre señora.
Como ya conté en la entrada pasada de este blog, hoy quiero hablarles sobre “Siete pasos para librarse del enojo”, también quiero aprovechar que esto lo aprendí del discipulado escrito por Gary Smiley llamado “Amémonos Siempre”.

1. Defina la ofensa. Considere esto ¿No están acaso casi todas sus acciones motivadas por el deseo de ganancia o el temor de la pérdida, o una combinación de los dos? Esas esperanzas y esos temores (expectativas y pérdidas) pueden disparar el enojo. Nos enojamos porque alguien (quizás nuestro propio yo insuficiente y moral) nos está quitando algo que no queremos perder, o se nos niega algo que queremos conseguir. Le echamos la culpa a algo o a alguien por una pérdida, quizás incluso la pérdida de un sueño incumplido o la pérdida de la paz mental. El primer paso es analizar y definir lo que sucedió, lo que en realidad perdió o se le negó.


2. Permítase experimentar el dolor. Usted ha identificado y anotado lo que sucedió en la ofensa. Ahora acepte que su dolor, su sentido de pérdida, es real; esa persona, su cónyuge, su jefe, su amigo, su padre o su madre, o quizás usted mismo le quitó algo o le negó algo. ¡No subestime esto! La persona no lo trató a usted con respeto. Diga las palabras: “¡Usted me ofendió!”. Usted está enojado, de modo que considérelo de un modo realista. No solo es bueno dejar aflorar el dolor de la pérdida, sea lo que sea, por un espacio de tiempo, sino el dolor también es esencial para su recuperación.


3. Trate de comprender a quien lo ofendió. Esto puede parecer imposible y sus beneficios pueden parecer incomprensibles. Puede llevar tiempo, pero tan pronto como usted pueda hacerlo le aseguro que eso acelera su liberación. Parte del proceso sanador de este paso es precisamente intentarlo. Cuando usted procura comprender a la persona y el motivo para haber cometido la ofensa, pone en movimiento un proceso: Quizá vea que su ofensor actuó debido a que él mismo se sintió ofendido.


4. Libere a quien lo ofendió. Al enfrentar el enojo, este paso consiste en abandonar el deseo de venganza, liberando a quien lo ofendió de su deseo de saldar cuentas. A veces ese paso se da “de forma natural” una vez que usted ha comprendido algunos de los motivos de la conducta ofensiva hacia usted. Liberar a quien lo ofendió puede vaciar varias onzas de resentimiento de inmediato y por lo general implica aprender a perdonar. Perdonar a alguien por algunas ofensas contra usted no se compara con toda su vida de ofensas a Dios, ¡y todos los días él nos perdona! (Mateo 18). La definición original del perdón en realidad significa que usted suelta o libera a alguien. Mientras permanezca amargado e implacable, usted está atado a esa persona con nudos emocionales. El desatarse incluye una liberación consciente y deliberada de quien lo ofendió mediante un acto de perdón. Una parte importante, aunque difícil, de liberar a alguien es renunciar a la expectativa de que la persona vea por fin el error de su conducta y tome la iniciativa de arreglar con usted el asunto. Esté dispuesto a perdonar sin esperar ver una reacción recíproca desea naturaleza por parte de la otra persona.


5. Busque perlas en la ofensa. Usted puede vencer el enojo al buscar las “perlas escondidas” en la ofensa cometida contra usted. Algo bueno puede salir de cualquier situación si usted lo busca. Busque lo bueno, y puede estar agradecido por eso. La gratitud y el enojo no pueden coexistir. Este es otro paso que puede vaciar muchísimo enojo de repente. Es otra decisión que puede tomar en cuanto a cómo reaccionar ante la ofensa, el temor o la frustración.


6. Describa sus sentimientos por escrito. Otro paso útil en la solución del enojo es expresar por escrito lo que se siente en forma de carta a la persona que lo ofendió a usted. No digo que tenga que enviar la carta, no lo haga porque por lo general el que ofendió reacciona en mala forma y aumenta la ofensa. Pero cuando usted expone sus ofensas, frustraciones y temores, es casi como si su enojo se escurriera a través de la tinta de la pluma. Tal vez no sienta de inmediato el efecto, pero puede sentirlo con el tiempo. ¿Qué puede escribir usted?
a) Aclare lo que perdió o se le negó
b) Describa lo que causó su dolor y lo llevó a enojarse
c) Hable acerca de los sentimientos resultantes
d) Exprese su deseo de poner eso a un lado y vivir más allá de su enojo
e) Diga que desea conocer la libertad que resulta del perdón
f) Declare cómo le gustaría que respondiera quien lo ofendió


7. Extiéndale la mano a quien lo ofendió. Este último paso en la solución del enojo pudiera ser el más difícil. Eso no ocurre de forma natural, y requiere un gran acto de voluntad, por no mencionar un alto grado de madurez y de amor. Pero cuando usted puede hacerlo, eso lo libera de muchísimo enojo. ¿Qué implica esto? Buscar algún modo de contribuir a la sanidad de la persona que lo ofendió. Sospecho que eso parece imposible, pero he visto los beneficios para quienes puedan alcanzar ese punto. Quizá nunca pueda hacerlo. No estoy diciendo que daba hacerlo, sino que si usted puede llegar al punto de tener alguna compasión por alguna persona debido al dolor por que también ella está pasando, eso puede proporcionarle un gran alivio. Garantizado: Esa persona está herida, enferma y necesitada de sanidad. He tratado de hacer eso mismo por las personas que me han ofendido. Ha resultado muy emotivo y he podido sentir cómo el enojo se aleja. Sé que eso no será fácil para nadie. Nunca es fácil extenderles la mano de forma amorosa a quienes nos han ofendido.

Oración: Señor ayúdame a sanar mis heridas, mi dolor, mi frustración. Permíteme experimentar la libertad del enojo que me mantiene amargado. No permitas que ese enojo se arraigue en mi corazón. Ayúdame a definir la ofensa, déjame expresar el dolor, muéstrame cómo comprender a quien me ofendió, guíame en la liberación de mi ofensor, abre mis ojos para encontrar las perlas en la ofensa, déjame expresar por escrito mis sentimientos, dame de tu amor para tender mi mano a quien me ofendió. Gracias porque sé que no estoy solo en esto, Tú estás conmigo. Amén.

Experimentando a Dios en mi vida: es fácil ver y criticar las explosiones de enojo en otras personas, y a veces no identificamos que también somos presa del enojo y de reacciones muy desagradables. Mi hermoso Señor me ha permitido ver en mi mismo mis reacciones y comprender que necesito liberarme de mi enojo y de liberar a quienes me han ofendido… GRACIAS POR SER TAN ESPECIAL… CADA DÍA TE AMO MÁS!!!

lunes, 6 de julio de 2009

CUIDADO CON EL ENOJO (PARTE I)


Recientemente aprendí algunas cosas nuevas para mí en cuanto al enojo. Bueno primero debo confesarme y decir que me enojo fácilmente, pero he aprendido a controlar ese enojo para no dañar a otras personas. Bueno, eso pensaba yo hasta que recibí este estudio porque aprendí que el enojo nos afecta a nosotros mismos y afecta nuestras relaciones con Dios, con la familia y con los demás. No basta con no explotar contra alguien, igualmente afecta a nuestras vidas y nuestro entorno.
Del enojo brotan tres emociones distintas: temor, frustración y ofensa. En realidad, cuando analizamos el enojo en su nivel más profundo, descubrimos una conexión que vincula todos los aspectos del enojo: las expectativas insatisfechas.
La frustración es no recibir lo que esperábamos de los demás o de las circunstancias. La ofensa es cuando no oímos las palabras ni recibimos lo que esperábamos de los demás o de las circunstancias. El temor es el pavor de que lo que esperamos no ocurra como lo deseamos, o la expectativa de que va a ocurrir algo malo. El proceso mediante el cual el temor provoca enojo es relativamente sencillo: usamos el enojo para lidiar con el temor.
¿Qué efecto tiene el enojo en nuestras relaciones? Uno de los resultados más comunes del enojo es el distanciamiento de las demás personas, una renuencia e incapacidad para permitir que los demás se acerquen. Parece bloquear nuestra capacidad de dar y recibir amor. Un segundo resultado del enojo es la ceguera espiritual o el sentirse distanciado o alejado de Dios. Parece que cuanto mayor es el enojo de una persona, tanto más difícil es que esa persona tenga desarrollada una significativa vida espiritual. El enojo puede funcionar como un interruptor automático, que apaga la luz espiritual que pudiera estar brillando dentro de nosotros e iluminando a los demás. 1 Juan 2:9 dice: “El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas”.
Otro resultado del enojo es un pobre concepto de sí mismo, es decir, un alejamiento de sí mismo. En ese caso el enojo y el pobre concepto de sí mismo están tan entrelazados y son tan tortuosos que es difícil de separar las causas y los efectos. Digamos que el sentido personal de ser, o los límites de un niño, o un adulto, fueron violados drásticamente y tal vez reiteradamente. La ofensa, la frustración de sentirse desamparado y el temor conducen al enojo. Y ese enojo puede volverse constante y tomar esta forma: “No puedo valer mucho si los demás, y la vida, me tratan así”. El enojo provocado por la conducta o las actitudes de alguna otra persona puede convertirse de inmediato en enojo o culpa dirigidos hacia uno mismo. Tal enojo que se esconde se convierte en depresión.
El último “distanciamiento” es el distanciamiento de la madurez. Este está relacionado con todos los mencionados anteriormente. El enojo no resuelto paraliza nuestro nivel de madurez emocional casi donde estaba cuando ocurrió la ofensa. Supongamos que sus padres se divorciaron cuando usted tenía doce años. Usted quedó devastado, y el “contenedor del enojo” dentro de usted comenzó a llenarse. Con toda probabilidad, usted también se atascó cerca de ese nivel emocional. Quizá tenga un cuerpo de adulto, pero probablemente tenga el corazón de un niño herido de doce años de edad. Quizás usted no sea la persona enojada pero vive con una. En tal caso, usted pudiera hallarse preguntando de cuando en cuando: ¿Por qué dice esas cosas sin sentido que nos hieren? ¿Por qué es tan infantil?
El enojo tiene el poder de mantenernos desdichados. Jesús desea que usted y yo nos llenemos de gozo. ¿Está el enojo privándolo de su gozo? Juan 16:33 dice: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”
El enojo no resuelto y la culpa pueden encarcelarnos, cegarnos y hacernos desdichados. Por el contrario, es cierta la frase que dice: “La libertad es un estado de la mente” Podemos librarnos del enojo no resuelto. Tal vez necesite entender más y recibir más ayuda para librarse, pero esa libertad está a su alcance. Y la clave es permanecer enamorado de la vida y para la vida.
Muy pronto estaré escribiendo sobre los siete pasos para librarse del enojo…

Oración: Señor, tú que das gozo a la vida y que más que dar el gozo tú eres el gozo de la vida, llena nuestras vidas de tu presencia, de tu gozo y de tu amor. Sana nuestras vidas del enojo causado por el temor, la frustración y la ofensa.

Experimentando a Dios en mi vida: Cuando yo pensaba que sabía manejar mi enojo, Dios me mostró a través de un estudio sencillo que estaba equivocado. Es necesario notar cómo actuamos y reaccionamos con otras personas y con nosotros mismos. Él quiere sanar nuestras vidas y limpiarnos de toda amargura… GRACIAS POR SER EL GOZO DE MI CORAZÓN… TE AMO CADA DÍA MÁS!!!

lunes, 22 de junio de 2009

¿Qué estamos esperando?


Me ha impactado, recientemente, el ver que hay personas que tienen urgencias en sus vidas pero no tienen tiempo para solucionarlas. He visto a muchas personas decirme recientemente, pastor necesito hablar con usted por un problema muy grave que tengo y es urgente que pueda ver qué puedo hacer. Yo les respondo: ¿Cuándo quieres que hablemos? ¿Ahora? Y para mi sorpresa, todos han respondido de la misma manera: Esta semana no puedo, veré la próxima a ver cuando nos reunimos. Yo me pregunto: ¿Qué estamos esperando?
Estamos en una era que todo se quiere rápido. La comida (mmmm…. Me encanta la comida rápida) los negocios, las comunicaciones, en general todo que sea rápido. Pero cuando se trata de buscar la ayuda de Dios o a Dios mismo, entonces déjeme revisar mi agenda a ver cuando tengo tiempo.
Suena cómico, pero qué queremos en realidad. Hay millones de personas en el mundo destinadas a la perdición eterna porque no tenemos un espacio en nuestras agendas para hablar acerca de Jesús. Hay miles de iglesias frías porque no hay tiempo para dejar que el Señor las guíe y perdemos mucho tiempo peleando entre nosotros mismo en banalidades que en realidad a Dios no le importan.
El Señor en su palabra dijo: Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo (Eclesiastés 3:1) pero pareciera que los cristianos de hoy prefieren decir: “Para las cosas de Dios, no hay tiempo”, y lo peor es que aun para arreglar sus propias vidas lo posponen tanto que cuando ya quieren actuar, a veces, es demasiado tarde. Muchas veces esto es por el miedo a darle prioridad al consejo de Dios y siempre estamos como esperando a que las cosas se arreglen por si solas.
Mucho más que creer en Dios, hoy día es necesario creerle a Dios. Hay que creerle cuando nos dice que todo tiene su tiempo, que no nos preocupemos, que todo lo que queramos es posible si confiamos en Cristo que nos fortalece, que no estamos solos porque Él nos lleva sostenidos de nuestra mano derecha, que todo lo que le pidamos a Él en su nombre Él nos lo dará.
Busquemos a Dios cada día, en oración, en alabanza, en su palabra, en las cosas más sencillas y elementales de nuestro diario vivir y entonces nos daremos cuenta que Él quiere ayudarnos, que solo debemos agregarlo a nuestra agenda diaria y nuestra vida dará un giro de 180 grados.

Oración: Señor, que tienes tiempo de sobra para nosotros, permítenos darnos cuenta que tu estas pendiente de nosotros hasta de las cosas más pequeñas que podemos imaginarnos. Gracias por tu tiempo, eres maravilloso. Que pueda yo, incluirte en mi agenda diaria y me permitas conocerte cada día un poco más. Amén.

Experimentando a Dios en mi vida: Cuando Dios nos dijo que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, sabía lo que decía (que raro, jejeje) porque si no nos amamos a nosotros mismo cómo podremos hacerlo con otros. Creo que el poco tiempo que muchos dedican para hablar y conocer a Dios y buscar su dirección en medio de los problemas habla de lo poco que se aman a sí mismos. He podido observar que mientras más tiempo le dedico a Él, más me conozco y me amo a mismo y más puedo amar a mi prójimo, Él me ha enseñado eso. GRACIAS POR ESTAR SIEMPRE CERCA DE MÍ… TE AMO!!!

domingo, 31 de mayo de 2009

PASTOREADO POR EL CORDERO

De verdad que es una paradoja imaginarnos a un cordero pastoreando un rebaño, y pensamos que cómo es esto posible si el cordero es parte del rebaño. Pero el Cordero que pastorea es uno muy especial, es nuestro amado Señor Jesús, Apocalipsis 7:17 dice: “Porque el Cordero que está en el trono los pastoreará y los guiará a fuentes de agua viva; y Dios les enjugará toda lágrima de sus ojos”. Este hermoso Cordero está en un trono reinando y con una función específica: guiaros a saciar nuestra sed y secar nuestras lágrimas.
Personalmente he sentido esa labor de mi Jesús en mi vida específicamente, cuando más sed he sentido Él me ha saciado y cuando más desorientado he estado Él siempre me toma de la mano y me guía a donde debo estar y ¡claro! Ha secado mis lágrimas cuando me ha tocado llorar.
Recientemente me sentí sediento de saber si realmente era útil en algo (a veces los miembros de las iglesias hacen sentir a sus pastores así). Y cuando menos me lo esperaba Él me mostró de la manera más increíble que aun era útil para su obra. Estaba haciendo un curso de inglés por Internet y una joven brasileña que también lo hace y sabe que soy pastor me pide que ore por ella que estaba muy angustiada, no sé si por costumbre o cosas de Dios le pedí que siguiera contándome qué le pasaba, ella estaba muy triste y le hablé de las bondades de Jesús y luego de un rato me dice que ya se siente mucho mejor y hasta cantó y muy bonito por cierto una canción que dice: ¿Por qué he de estar triste y con dudas? Si nada es imposible para Dios. Luego de cantar me dice: “¿Sabes? Había pensado en quitarme la vida esta noche, pero Dios te puso en mi camino para que abrieras mis ojos e impidieras con tus palabras que hiciera eso”.
Luego de esa afirmación y de pasar por el impacto de e tal noticia, pensé: Gracias Señor por mostrarme que hasta en mis momentos de entretenerme haciendo algo que no tiene que ver con mi ministerio me dices que puedo ser útil para ti.

Oración: Gracias mi buen Cordero que me pastorea, por guiarme a una fuente de agua viva que eres tú mismo cuando estaba en medio de un desierto, por tomar mi mano tiernamente y saber que guías a una senda segura, y por secar mis lágrimas en medio de mi dolor. Gracias mi Señor por estar allí cuando más te he necesitado. Amén.

Experimentando a Dios en mi vida: Sentí que era inútil, sin dirección y sin consuelo, pero mi Señor me mostró algo diferente. Lo importante no es cómo me sienta, ni que tan útil pueda ser. Lo más importante es reconocer que no estamos solos, sin guía y sin consuelo. Todo esto porque Jesús el Señor no nos dejará en esa condición, Él se las arregla para mostrarse en nuestras vidas de una manera muy especial. Como dice el Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me falta” GRACIAS POR ESTAR ALLÍ CUANDO MÁS TE NECESITÉ… TE AMO!!!

lunes, 11 de mayo de 2009

¿Justicia? Dónde está Moisés cuando más lo necesitamos


Leyendo Éxodo 18:13 que dice: “Aconteció que al día siguiente Moisés se sentó para administrar justicia al pueblo. Y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la noche”. Me puse a reflexionar sobre algunas cosas que he visto a mí alrededor y me pregunto: ¿Dónde está Moisés cuando más lo necesitamos? Porque he visto tantas injusticias que me he sentido decepcionado, impotente e inútil por no poder hacer nada. Y leyendo este pasaje de la Biblia pienso: ¿Será que necesitamos a un hombre como Moisés para que administre justicia entre nosotros?
Pienso que si cada quien actuara de acuerdo a lo que Dios nos manda y pensando en el bienestar de todos y no solo a los intereses egoístas de cada quien, este mundo sería muy diferente a lo que observamos hoy. Lo peor es que en medio de esa actitud muchos creemos que nuestra acción le agrada a Dios, pero estoy seguro de que cuando actuamos pensando en beneficiarnos de algo, en ese mismo instante Dios está mostrando su desagrado con nuestra actitud y proceder. Creo que hoy escribiré poco por mi estado de ánimo, pero escribo aunque sea poco porque siento que si no expreso algo, aunque sea al aire, explotaré o terminaré por quebrarme o desplomarme más.
Sé que la justicia vendrá, no de un hombre, sino de Dios. Quiero, no por mi propio interés, sino porque debe ser así, que todo se arregle conforme a la justicia de Dios.

Oración: Dios concédeme la gracia de ver tu justicia, que no sea según mi anhelo sino según tu voluntad, que es agradable y perfecta. Oh Jehovah, Dios mío, hazme justicia conforme a tu rectitud.

Experimentando a Dios en mi vida: Es la primera vez que escribo antes de ver a Dios actuar en mi vida, pero hasta ahora no me ha fallado y sé que ésta no será la excepción. Señor no tardes en mostrar tu acción en mí. Como dijo el salmista en el Salmo 36:24: Oh Jehovah, Dios mío, hazme justicia conforme a tu rectitud. AQUÍ ESTOY ESPERÁNDOTE!!!

miércoles, 22 de abril de 2009

MIS SUEÑOS TUS SUEÑOS



Todos tenemos sueños, esperanzas, anhelos en nuestro corazón. Muchas veces pensamos que es mejor tenerlos ocultos, ya sea porque pensamos que si los contamos se burlaran de nosotros, otras veces porque pensamos que son cosas imposibles y otras veces porque nos decimos que los adultos no piensan en esas cosas porque eso no es de gente seria que debe tener los pies bien puestos sobre la Tierra.
Así pasa el tiempo, y muchas veces esos sueños se van haciendo cada vez más lejanos, nos ocupamos en otras cosas “más serias” y terrenales. Pero al hacer esto, la vida se va haciendo más oscura, más pesada, más gris, sin esperanza, y a veces sin felicidad. Triste, pero cierto. Conozco a mucha gente así, yo mismo me he sentido muchísimas veces de esa manera.
¿Qué hacer? Pudiera ser una pregunta cuando nos sentimos así, aquí una lista de frases de famosos que nos alientan a seguir soñando:

  • La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante. Paulo Coelho
  • Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora debes construir los cimientos debajo de él. George Bernard Shaw
  • Muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás un hombre que puede cambiar la historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple obrero. James Cash Penny
  • Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo. Aristóteles

Tener sueños, esperanzas y anhelos es trazarse metas y objetivos que alcanzar, no tenerlos es como ir en un barco por el mar sin rumbo fijo, sin estar preparados. Eso nos hace correr un gran peligro porque nos quita hasta el deseo de vivir. Eso es lo que nos hace caer en una rutina agobiante, porque no tenemos más nada que hacer, que alcanzar, por que luchar.
Pero también hay un gran peligro en aquellos que tienen sueños, esperanzas y anhelos en su corazón, pero que estos ocupan todo su tiempo, fuerza, prioridad. Creer que puedo lograr esto por merito propio sin dejar que otros me ayuden o se involucren es igualmente nocivo. No involucrar al Dador de sueños, de esperanzas y anhelos en el corazón es más triste aún. Cuando el Dr. Martin Luther King dijo “Yo tengo un sueño” no aspiraba hacerlo solo, él contaba con la ayuda de muchas personas pero principalmente de Dios, si no cómo pudo haber pensado alcanzar esto:
“Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales… Yo tengo un sueño hoy… Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono… Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!” Me encantan estas hermosas palabras del Dr. King.
Creo firmemente en mi corazón, que si no involucramos a Dios en esta área tan fundamental en nuestras vidas, nuestros sueños sólo quedarán como algo que quise hacer pero que no pude hacerlo, y lo tomaremos como un fracaso que tal vez nos frustrará y nos hará pensar que en nuestro próximo sueño también fracasaremos. Es más no solo debemos involucrar a Dios en nuestro sueño, sino que debemos entregárselos a Él. Sí, por favor sube el volumen para que escuches esto, entregarle a Dios nuestros sueños, esperanzas y anhelos de nuestro corazón. Sólo así Él podrá tener el control absoluto de nuestras vidas porque como dice el Salmo 23: “El SEÑOR es mi pastor, nada me falta”; en quién más podemos dejar nuestros sueños y esperanzas. Acaso hay mejores manos que las de Dios como para confiar algo tan preciado e importante para nosotros.
Muchas veces me han dicho: “Deja eso en las manos del Señor” o “Tienes que descansar en el Señor” es más yo lo he dicho muchísimas veces para animar a otras personas, pero me preguntaba al mismo tiempo: y ¿qué es eso? ¿Qué es dejarlo en sus manos? O ¿descansar en él? Hasta que entendí, que si no le entregamos a Dios las cosas más valiosas que poseemos, nunca le conoceremos a Él. Dejar algo en sus manos, descansar en Él es sólo el resultado de conocerlo cada vez más. Si no lo conozco, ¿cómo puedo confiar en Él para dejarle algo de valor? Pero si ya Él lo tiene, porque se lo he dado, entonces ¿por qué preocuparme?
Recuerdo que alguien me dijo una vez: “sigue, tu sueño. No dejes de soñar, porque mientras sueñes es una evidencia que estás vivo. Cuando dejes de hacerlo, ya no sabrás si estás vivo o sólo sobrevives”. Cuando me lo dijeron, pensé: ¿qué me habrá querido decir? O seguro lo sacó de una tarjeta. Pero hoy comprendo, que mis sueños marcan mi estilo de vida y mi actitud. Por eso sigo soñando.
Te animo a que sueñes, y que lo hagas en grande, que tengas esperanzas y que están sean de muchos colores (yo me entiendo, jeje, espero que me entiendas tu), que cada día crezcan los anhelos de tu corazón y que en estos se vea tu carácter, tu actitud y tus ganas de vivir. Has una lista con las cosas que sueñas, luego entrégaselas a Dios. Dile, que lo más intimo de tu corazón le pertenece a Él, y que Él haga con ellos como bien a Él le parezca.
Esto no es una fórmula para ser feliz, pero créeme que te ayudará muchísimo, cambiará tu forma de ver a Dios y tu forma de ver el mundo que te rodea. No importa cuán fantasioso o inalcanzable pueda ser tu sueño, dáselo a Él y tal vez veas un milagro en tu vida más pronto de lo que te imaginas. Pensé en mostrar aquí mi lista personal, pero mejor te dejo el consejo, porque ya no son míos sino de Él.

Oración: Señor, toma mis sueños, te entrego mis esperanzas porque tú eres mi mayor esperanza, te dejo los anhelos de mi corazón porque nadie más los conoce mejor que Tú, y los que no sean dignos deséchalos. Quiero conocerte cada día más, y confiar más en ti cada día. Mi vida es tuya, has conmigo como quieras. Amén.

Experimentando a Dios en mi vida: Sólo puedo agradecer a Dios por las multiformes maneras de mostrarse en mi vida, a veces sutil, a veces impetuosamente y otras veces casi imperceptible, pero lo hace siempre. Él es el motivo principal de mis sueños, de mis esperanzas y de los anhelos de mi corazón. Señor, mis sueños son tus sueños. SIEMPRE ESTAS EN MIS SUEÑOS, Y ERES MI ESPERANZA Y LA LUZ QUE ME ILUMINA Y HACE SONREÍR, TE AMO!!!


martes, 21 de abril de 2009

¡HUMILDAD, BENDITA HUMILDAD!



Creo firmemente que ser humildes es una de las cosas que más nos cuesta a los hombres, y muchos creemos que lo somos porque en algún momento de nuestras vidas tuvimos un leve centellazo de humildad, y ya nos creemos los más humildes seres de toda la tierra. Por poner un pequeño ejemplo puedo mencionar la acción del fruto del Espíritu Santo, no somos llamados a producir fruto sino a llevarlo. El fruto es siempre del Espíritu Santo, y nada es más importante que ser llenos de Él. Pero en vez de querer ser cargadores queremos ser los productores del fruto, quitándole así el trabajo al Espíritu, y en ese mismo momento perdemos o carecemos de toda humildad en nuestro ser.
Yo personalmente soy el vivo ejemplo de lo que cuesta ser humilde, es una de las cosas que más me ha costado asimilar. Sé muy bien, porque la Palabra lo dice de principio a fin, que el mayor ejemplo de humildad es Dios mismo. Siendo Dios, se humilló haciéndose hombre, se dejó maltratar, se dejó matar por amor a nosotros (Filipenses 2:5-8). Esa es verdadera y auténtica humildad, pero aun conociendo esto, olvidamos rápidamente que debemos ser humildes, y ante la menor amenaza que sufrimos surge nuestro soberbio “yo” dejándonos derrotado ante la mirada triste de nuestro Señor.
Cómo ejemplifica Dios la humildad, veamos este fascinante y hermoso cuadro. ¡El Espíritu Santo desciende sobre el Cordero y reposa sobre Él! El cordero simboliza la mansedumbre y sumisión, y la paloma la paz. Sin duda estas características nos muestran que el corazón de Dioses humilde. Cuando el Dios eterno quiso revelarse a su Hijo, le dio nombre de Codero; y cuando fue necesario que el Espíritu Santo viniese al mundo, se reveló en forma de paloma. La lección principal de este hecho, es que el Espíritu Santo, como paloma, sólo pudo descender y reposar sobre el Señor, por ser Él, el Cordero. Si no hubiera tenido las características de un cordero, tales como, humildad, mansedumbre y abnegación, la paloma no habría podido reposar sobre Él. Pues, debido a su timidez se hubiera asustado. Dios siempre nos enseña con las cosas e imágenes que menos nos imaginamos. Qué hermoso es Él.
Recuerdo que Dios me dio una lección hermosa a través de un viejito de ochenta y algo de años que asistía a la misma iglesia que yo. Este viejito, pequeñito en estatura, sin preparación académica, apenas sabía leer y escribir, nació y vivió en el campo gran parte de su vida. Al ver la actitud de algunos cristianos “lideres” de la iglesia me dijo: “¿yo no sé porqué esta gente se porta así? ¿Se creen muy grandotes? Y en realidad lo son, dijo, pero son tan altos que caminan en el bosque por encima de la copa de los árboles, y a veces creen que están tan altos que piensan que están por encima de Dios, pero mire, me dijo, hay que caminar con la cabeza agachada, por debajito de los árboles, para que Dios pueda poner su mano sobre nuestra humildes cabezas. Wow, qué hermosa enseñanza me dio Dios a través de ese siervo de Dios.
También conozco a una linda joven, que siempre tiene una sonrisa en su rostro, pensaba cuando la conocí que por ser tan agradable todos la querían porque ella realmente se hace querer. Pero, estaba yo equivocado porque a medida que la conocía a ella y a los demás me di cuenta de la envidia que algunas personas le tenían a esta joven, y que a través de los años habían hecho lo posible por hacerla sufrir (me sorprende que haya “cristianos” que sean así). Esta joven, conociendo esto, igual llegaba cada vez a la iglesia y abrazaba y besaba a todos por igual, como si nada pasara y siempre sonriendo. Le pregunté por qué los trataba así, solo me dijo: “Quiero reflejar el amor de Cristo a través de mi vida”. Otro ejemplo de humildad que Dios estaba enseñándome, uno a través de un anciano y otro a través de una adolescente.
Sólo puedo darle las gracias a Dios por tratar de esa manera en mi vida, Él sigue mostrándome el camino a seguir, no es que ya sea humilde, pero me estoy esforzando mucho, siempre digo: “Si este anciano hermoso, porque la humildad lo hace ver así, y esta jovencita me dan ejemplos claros de que es posible hacerlo, debo imitarlos a ellos porque ellos imitan a Cristo”.

Oración: Señor, tú que eres ejemplo de humildad, has de mí un reflejo de tú humildad, permíteme enseñar con el ejemplo, que otros puedan ver en mí tu mansedumbre, amor y humildad. Amén

Señor, Te anonadaste hasta
nacer en pesebre,
Te humillaste hasta morir
por mi ser,
Pero yo, tan orgulloso e inflexible,
Tu discípulo no quiero ser.
Señor, Te rendiste a la voluntad
de tu Padre,
Escogiste en la luz siempre andar,
Pero a mí, me gusta siempre
complacerme
Aunque en tinieblas me toque
andar.
Señor, Quebrántame, límpiame,
lléname, guárdame siempre en ti;
Teniendo comunión constante,
Santificando tú nombre en mí.

Experimentando a Dios en mi vida: Dios se mueve siempre a mi alrededor, a veces no lo percibo, pero no necesito verlo para saber que Él está ahí, Él se muestra en donde menos lo espero, a través de un niño o de un anciano, sólo tengo que identificarlo y saber que eso viene de Él. Gracias Dios, por usar hermosos instrumentos para enseñarme y guiarme. TE AMO, PORQUE SIEMPRE ESTÁS A MI LADO CUANDO TE NECESITO… GRACIAS!!!

miércoles, 15 de abril de 2009

Hay fortaleza en la debilidad


Recientemente he estado leyendo nuevamente un excelente libro, creo que esta es la número veinte que lo hago, este se llama “El Camino del Calvario” su autor es Roy Hession, es un libro muy viejo que fue escrito en 1950, pero su pertinencia para hoy es asombrosa, se nota que fue un hombre de Dios, aunque como él dice en el libro, no es nada que ya no esté en la Biblia o que ya no se conozca, verdaderamente este libro ha tocado mi vida (después de la Biblia, claro) y hay una parte donde Hession dice que una de las razones por la que generalmente nos desviamos del camino de Dios es por sentirnos o estar lo suficientemente fuerte como para depender de Dios para permanecer en el camino.
Esta declaración llama mucho mi atención y la primera vez que lo leí dije: ¿Qué? ¿Cómo es posible que ser fuerte es malo? Y el mismo autor explica que cuando somos fuertes, dejamos de depender de Dios y nuestro “yo” se erige soberbio, altivo y muy seguro de sí mismo, y es cuando la oscuridad llega a nosotros y todo lo que está en tinieblas es pecado porque Dios es luz, y nada de lo que hagamos en oscuridad nos puede acercar a Dios.
Como Dios es luz, y la luz sirve para iluminar o hacernos ver lo que está en tinieblas, una vez que la luz de Dios nos indica qué cosas están en nuestra oscuridad y la podemos ver, entonces hay que sacarlas y dejar que el Señor nos limpie, solo así podemos seguir en su camino. Si vamos a oscuras y confiamos en nuestras fortalezas, entonces caeremos y nos saldremos del camino porque debemos recordar que este es un camino angosto (Mateo 7:14).
Dios no hizo este camino angosto solo para jugar con nosotros, no lo hizo como diseñan los video juegos donde ponen caminos difíciles de transitar para que caigamos una y otra vez y así poder ir pasando de un nivel a otro, y al final nos jactamos diciéndole a los que comienzan el juego, yo voy por el nivel 25 y tu apenas por el primero, y eso son los niveles fáciles, aunque nos hayamos equivocado veinte mil veces en ese nivel. Dios no juega con nosotros, Él en su infinita sabiduría nos ha puesto en un camino angosto para que aprendamos a depender de Él y no en nuestras fuerzas, en nuestro “yo” porque mientras mi “yo” controle mi vida no puedo depender de Él ni de los demás, ah porque no nos ha puesto solos en el camino, nos ha puesto con otras personas que deben andar por este camino dependiendo de Él y tal vez también de mí y de unos a otros.
Sí, Dios quiere que estemos acompañados por Él y por otras personas, y para poder estar bien con otros primeramente debemos estar bien con Dios. Él quiere que nos relacionemos con otras personas porque aunque a veces lo olvidamos es una cadena, una muestra de cómo está mi relación con Dios es la manera de cómo me llevo con mis semejantes. Una cosa que me ha costado aceptar es que cuando yo tengo problemas con alguien y respondo agresivamente estoy evidenciando la clase de relación que tengo con mi Señor, y por más que sienta rabia hacia esa persona debo recordar que aunque yo le tenga rabia o la odie, Dios la ama de una manera profunda.
Sí, me ha costado aceptar que Dios ame a quienes yo no amo. Pero es la realidad, no debo olvidar eso nunca. Aunque yo sea la victima (en nuestra opinión siempre somos las victimas) no debo reaccionar de manera agresiva porque simplemente en ese momento que lo haga, la oscuridad entra en mi vida y la luz de Dios me dirá que es pecado y debo volver a doblegar mi “yo” (bendito “yo” por no decir algo feo) y dejar que la sangre preciosa de mi Cristo me limpie y me permita volver a su camino (1 Juan 2:1).
Sí, aunque suene extraño hay que ser débil para que podamos mantenernos en el camino, porque además de estar acompañados de otras personas tenemos la compañía de Jesús a nuestro lado, recuerdo las palabras de Pablo cuando dijo: “De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades. Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. (2 Corintios 12: 5-9) (Los énfasis son míos).
Al igual que Pablo debemos, de buena gana, gloriarnos en nuestra debilidades para que repose sobre nosotros el poder de Cristo, porque Su poder se perfecciona en medio de nuestra debilidad, porque es allí donde clamamos a Él por ayuda, y en la medida que me creo que soy fuerte me vuelvo independiente y ya no lo necesito más a Él. Es difícil para alguien como yo, que siempre me creí más fuerte, más duro, más de todo que todos, tener que reconocer que necesito de mi buen Señor, y que debo mostrarme débil ante todo para poder ver su poder en mí.

Oración: Para hacer morir el “yo” y poder dejar que Cristo viva en nosotros, debemos orar por ser quebrantados, y creo que no hay otra oración que Dios esté tan solícito en contestar como aquella en que pedimos que él nos quebrante, hay una oración que aparece en el libro “El Camino del Calvario” que me gustaría compartir y que encierra lo que deberíamos orar cuando queremos que Dios nos quebrante:

Cristo, no yo; sin nada de jactancia
No yo, sino Él; no inútil molestar
No yo, sino Él, sin nada de egoísmo
No yo, sino Él, el yo quiero olvidar.
¡Oh Cristo! Sálvame y viviré
Tan sólo para ti
Que ya no sea yo, más tú
Viviendo en mí.

Experimentando a Dios en mi vida: Dios ha usado a muchas personas a mí alrededor para mostrarme que debo depender de Él, personas de corazón noble que se preocupan por mí. Tal vez algunas ni se han dado cuenta de la enorme bendición que han sido para mi vida, pero lo han sido. Por eso agradezco a Dios por cada una de ellas. Señor, que siempre me baste tu gracia, que me sienta agradecido de mis debilidades porque en ellas tú te muestras en mi vida, y que siempre pueda dejarme ayudar por ti y por los que tú me envíes hacerlo. Gracias porque siempre piensas en mí. Eres maravilloso. MANTENTE SIEMPRE CERCA DE MÍ. TE AMO!!!

jueves, 9 de abril de 2009

La Mejor Herencia


Me duele mucho saber de casos donde ancianos se quejan de que sus hijos no pueden cuidar de ellos, noto el dolor en sus miradas y palabras y mi corazón se desgarra al conocer sus casos. Hay un dicho que dice: “Una madre puede cuidar de 10 hijos, pero 10 hijos no pueden cuidar de una madre”. Triste pero cierto, y solamente cuando llega la muerte a estos sufrientes viejitos es que se ven a sus hijos llorando por la pérdida, gastando en costosos y lujosos servicios funerarios, eso me da mucha indignación y muchas veces me tengo que tragar mis palabras de recriminación hacia ellos (y no es fácil que yo me calle). Luego de unos días, y a veces horas, después del sepelio empieza la guerra entre los hermanos (hijos del fallecido) por las pocas o muchas posesiones que dejó. Cada uno de ellos piensan que se merecen la mayor parte de esa herencia por lo que él o ella invirtió en “el cuidado” de su mamá o papá.
Una vez alguien me dijo, con referencia a su mamá, ella nunca fue cariñosa con sus hijos y ella no puede esperar menos de nosotros, ella es la culpable, solo está cosechando lo que sembró. Palabras que salen de un corazón pobre, que justifica sus malas acciones, pero aunque fuese verdad lo que dice, no me imagino que alguien pueda sentir algo así hacia el ser que le dio la vida (Mateo 24:13 dice “de la abundancia del corazón habla la boca”).
Cuando pienso en mi viejita (mi maíta, como le decimos) solo recuerdo a una dulce viejita que se esforzó por hacer de sus diez hijos vivos, personas de bien que fueran personas de éxito y que por sobre todas las cosas fueran felices.
De pequeño recuerdo como se paseaba por cada cuarto en la oscuridad, para cerciorarse de que cada uno de nosotros estuviese bien, nos arropaba con mucho cuidado para no despertarnos. Esa linda viejita que sólo tiene segundo grado de primaria de instrucción, para mí es el ser más sabio que existe sobre la tierra, porque siempre me dio buenos consejos que muchas veces no obedecía para terminar como muchos diciendo: “Maíta tenía razón”. También era como la mujer maravilla o súper mujer, porque cuando tenía miedo en las noches corría a su cuarto y el solo sentir su presencia junto a mí hacía que el miedo desapareciera inmediatamente, nunca supe si ella también sentía miedo pero yo siempre pensaba: “aquí está mi maíta, que venga lo que sea que no tengo miedo”.
Cuando mi maíta conoció a Jesús, creo que pensó (aunque nunca lo ha dicho) que yo debía ser uno de los primeros de todos sus hijos que necesitaba conocerlo, tal vez porque siempre fui y creo que aun soy el más rebelde de sus hijos. Ella empezó poco a poco a hablarme de la Biblia, me explicaba versículos y me invitó a la iglesia donde conocí a Jesús, me predicó el pastor de la iglesia, pero Dios la usó a ella para allanar el camino. Desde entonces ella ha estado muy pendiente de la vida espiritual de cada uno de nosotros, nos recuerda siempre la importancia de congregarnos y leer la Biblia, pero no solo lo dice sino que lo enseña con el ejemplo.
Hoy día mi maíta ya está viejita y la amo cada día más, vivo lejos de ella por causa de mi trabajo pero la llamo constantemente por teléfono, no me canso de oír cada vez los mismos cuentos, aunque lo haya dicho mil veces y me lo cuenta como si fuera la primer a vez, no le digo que ya me lo dijiste. Siento que se lo debo, oírla hablar para mí es un deleite. Me habla de cada dolor y cada achaque que ha sentido en la semana, y me duele oírla decirlo, pero ella quiere compartir toda su semana conmigo y solo la dejo hablar, me encanta oírla, porque cuando no esté tal vez extrañe esos cuentos.
Cuando mucha gente pelea entre ellos por las posesiones materiales que sus padres han dejado, yo le agradezco a mi buen Señor que la mayor herencia que mi madre dejará a sus hijos, nietos y bisnietos es el de que ella nos habló de Jesús. La mayor herencia es que a través de ella Dios pudo mostrarnos Su salvación. No hay mayor posesión que esa, y por esa no pelearemos porque hay suficiente para todos.
Gracias a Dios, cada uno de sus hijos velan y cuidan de ella, solo pedimos porque los años que le restan en este mundo (y esperamos sean muchísimos) sean de paz y tranquilidad. Solo debemos recordar lo que nos dice la Palabra de Dios en Proverbios 23:22 “Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana”.

Oración: Gracias Señor por los padres que me diste, porque ellos han sido un ejemplo a seguir, permíteme hacer que se sientan orgullosos de mí, y que pueda honrarlos siempre. Bendícelos y cuida de ellos siempre. Gracias porque los usaste como instrumentos útiles para conocerte a Ti, amén.


Experimentando a Dios en mi vida: Conocí a Dios por la insistencia de mi maíta, ella ha sido más que mi madre, ha sido mi guía, mi amiga, mi consejera y mi heroína cuando sentí miedo. Es Dios mostrándose a mí alrededor a través de ella. GRACIAS VIEJITA, te amo. Eres una bendición de Dios para mí, eres mi ángel.

viernes, 3 de abril de 2009

La sombra del dolor


La sombra del dolor
Esta es una de las experiencias que más me cuesta compartir, aun sin empezar, mi corazón se ha puesto chiquitico y un nudo en mi garganta impide que las lágrimas salgan, pero cuando empecé este blog no me imaginaba lo liberador que es para mí escribir acerca de mis experiencias personales donde he experimentado el amor y el cuidado de mi hermoso Señor. Por esto pienso que una de las cosas que debo liberar mi corazón es del dolor que me embarga cuando recuerdo ésta experiencia y espero que al igual que yo a alguien le sirva y pueda experimentar el tierno cuidado de Dios a su alrededor.
Siendo muy joven y estando recién casado, el anhelo mayor de mi corazón y la alegría más grande que había sentido en toda mi vida (después de la experiencia de ser salvado por el Señor) fue cuando recibí ésta noticia de parte de mi esposa: “estoy embarazada” una emoción me invadió y un gran susto (no lo puedo negar). Mi mente empezó a trabajar a millón, imaginándome ya cuidando al bebé, jugando, llevándola al colegio, aconsejándola, conociendo a sus compañeros de clases, regañándola (pero con amor), y hasta celándola de futuros enamorados que tuviera. Ah se me olvido comentar que lo primero que oré a Dios fue: “que sea una hembra, que sea una hembra, que sea una hembra” y no miento esa fue literalmente la oración que hice porque no sé porqué pero siempre anhelé que mi primer hijo fuese una hermosa niña.
Mi esposa empezó a hacerle sus ropitas, bordaba hermosos dibujos en sus camisitas, y cada vez que yo llegaba del trabajo ella me mostraba lo que había hecho durante el día. Recuerdo que fue a su primer control prenatal (creo que así se dice) y el médico le dijo que todo estaba bien, le indicó que debía hacerse un ecosonograma y no sabíamos ni que era eso (éramos inexpertos en todo) pero mi sabia suegra nos tomó a los dos y nos llevó a la ciudad de Barquisimeto para que ella se hiciera ese examen y estando allí la doctora que manejaba ese aparato nos dijo el bebé está bien, aun es pronto para saber su sexo pero usted (refiriéndose a mi esposa) tiene el útero bicorne y tiene un solo riñón. Pero nos dijo que eso era de nacimiento y que con cuidados ni mi esposa ni el bebe corrían peligro.
Seis meses y medio tenía ya la barriguita de mi esposa, y una noche cuando regreso del trabajo me dan la noticia de que la han llevado de urgencia al hospital porque el bebe se adelantó. ¡Qué! Exclamé y corrí hacia allá. Mi esposa ya estaba en labor de parto y mi mamá me acompañaba, casi toda la noche de pie frente a la maternidad con mi viejita ahí junto a mí solo podíamos orar y lo hacíamos.
Recuerdo que muy de madrugada, no sé qué hora era, después de ver salir muchos niños recién nacidos hacia lo que llaman el retén donde los colocan después de nacer, vi que sacaron un bebe pequeñito, pero muy pequeñito que llamó mi atención y causó una gran ternura, pero seguía esperando noticias, ya que cuando gritaron el nombre de la bebe y de su mamá (era la forma que avisaban a los familiares de las parturientas que ese bebe era su familia) esos nombres no me sonaban para nada porque dijeron mal el nombre de mi esposa y ahora que lo pienso no nos había dado chance de escoger nombre para el bebe porque aun faltaba mucho para su nacimiento.
Pasó mucho rato sin tener noticias y me acerqué a una enfermera mal encarada que me respondió de mala manera, “ya esa mujer parió y la niña está en incubadora en cuidados neonatal”. Fui a donde la “amable” enfermera me dijo y me dieron allí información: la niña (yo pensé gracias Dios por oírme, es niña) pero y cuando oí ese pero algo por dentro acabó con mi alegría, prosiguió la enfermera (ésta sí fue amable de verdad) nació con problemas respiratorios porque sus pulmones no están bien desarrollados aun y esperemos a ver cómo evoluciona su caso, puede pasar un minuto a verla y luego sale.
Entre a esa sala, solo estaba ella, vi escrito su nombre sobre la incubadora, mi esposa en el apremio del momento le puso como yo, su papá, Karla Romero. Me asomé y la vi, era la misma niña que me enterneció al salir de la sala de parto, hay quienes dicen que la sangre llama, y en ese momento pensé que era verdad. La miré y le dije: hola, segunda vez que nos vemos y recuerdo claramente que le dije allí calladito TE AMO. En seguida llegó la enfermera y me pidió salir y pensé que minuto más lindo he pasado.
No sabía yo en ese momento que ese sería el único y último minuto que vería a mi bella hija con vida, dieciocho horas más tarde moriría a causa de un paro respiratorio. Solo un minuto la vi y no la he olvidado, ni la olvidaré por el resto de mi vida. Cuando me dijeron que había fallecido sentí y no estoy hablando metafóricamente, que me habían quebrado el corazón y sentí como cada pedazo caía hasta el fondo de mí. Para colmo me dicen que tengo que ser yo el que le dé la noticia a mí esposa. Me llené de falso valor y fui hasta donde estaba ella en su habitación (bueno compartida con 20 mujeres más) estaba dormida, la desperté y ella me sonrió (eso hizo más difícil mi misión) no sabía cómo decírselo, y le tomé la mano y recuerdo que le dije: nuestra muchachita se murió.
Hasta ese momento no había llorado aunque estaba destrozado. Estaba triste, furioso, sí furioso con Dios porque pensaba que no era justo lo que él me estaba haciendo. Fui a casa de mi mamá, no sabía qué hacer ni qué decir. No quería que me hablaran ni hablar. Y luego de un buen rato en un cuarto de la casa de mi mamá simplemente exploté. Lloré como creo que nunca en mi vida lo había hecho, gritaba y gemía, tanto que le partía el alma a mi hermosa mamá, dice ella aun: nunca lo he visto así.
En ese momento la sombra del dolor me había cubierto por completo. Ahora mismo cuando estoy escribiendo esto mis lágrimas están corriendo por mi cara. En ese momento no quería saber nada de Dios ni de palabras de consuelo. Mucha gente que me aprecia pasó por ese cuarto donde me enclaustré y me decían lo que se acostumbra a decir en esas ocasiones de dolor. Pero hubo alguien, una joven de la iglesia, no muy espiritual cómo ella decía que dijo estas palabras: “Yo no sé mucho de Biblia, y no sé decir cosas que animen pero te digo esto: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Eso está en alguna parte de la Biblia” y se fue.
Pasó mucho tiempo, y cuando digo mucho es mucho tiempo, y yo meditaba en esas palabras de esa joven, yo sabía que era el versículo 4 del Salmo 23, porque ese es mi salmo favorito. Un día sentado en la sala de mi casa recordé ese pasaje (yo seguía muy molesto con Dios, pero no se lo decía a mi esposa) tomé mi Biblia, y lo leí creo que como 20 veces… y fue cuando me detuve en la parte final del versículo: “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” oré en ese momento al Señor (tenía mucho tiempo que no lo hacía) y recuerdo que dije algo como esto: “Señor, tengo tiempo que no te hablo, tu lo debes saber y también el porqué no lo hago, este pasaje dice que tu vara y tu cayado me infundirán aliento, si de verdad te importo algo (repito, yo estaba muy molesto con Él) infúndeme ese aliento, porque no tengo ganas de vivir siquiera, me siento decepcionado de ti” recuerdo que ni amén dije.
Me levanté de donde estaba y salí al patio de la casa, mi esposa estaba cocinando y me detuve en medio de ese patio y miré al cielo y sentí una paz, indescriptible, algo como si me hubiesen quitado un peso enorme de encima. Mi esposa me llamó a comer, comimos y no le dije nada de lo que sentía. La invité a dar un paseo, caminamos por el pueblo, hablamos de todo, llegamos a casa y por primera vez en casi un año hablamos de la muerte de la bebe. Por primera vez lloramos juntos, nos desahogamos mutuamente, ella sentía lo mismo que yo (rabia) y no lo hablábamos, pero fue necesario que Dios me consolara a mi primero para poder hablar de eso.
En ese momento entendí que Dios, a través de su Espíritu Santo me había dado consuelo, su hermoso consuelo divino, para que yo pudiera apoyar a mi esposa. Había una luz en medio del Valle de Sombra del dolor (como yo lo llamo, cambio la palabra muerte por dolor). No hay nada más exquisito que sentir el consuelo de mi Dios. En ese momento me di cuenta que ya no estaba enojado con Dios. Le pedí perdón, y sé que me perdonó por eso. Aun sigo sin entender porqué permitió Él que yo pasara con eso, pero no me importa porque no soy quién para cuestionar al Creador del Universo.
Desde ese momento comencé a buscar conocerle más a Él, no solo a saber acerca de Él, sino a conocerle personalmente, a establecer una relación más íntima. Le doy gracias a Él porque a través de esa experiencia he podido soportar tres casos más de dolor de pérdidas de otros bebes. Ha sido muy doloroso cada caso, pero Dios me había preparado para cada uno de ellos.
Hoy día no tengo hijos, pero le agradezco a Dios por haberme dado un corto minuto al lado de Karla, ese minuto que me sentí papá, es el que Dios usa para consolarme cada día. Le doy gracias al Señor por cada joven que se acerca a mí y me dice que me siente como su papá, eso me hace muy feliz y trato de que cuando le aconsejo hacerlo como si realmente fuese mi hija o mi hijo. Todo el amor que no he podido dar a mis propios hijos lo vuelco sobre esa o ese joven que aconsejo.
Al terminar de escribir esta experiencia, no han parado de correr las lágrimas por mis mejillas, me doy cuenta que aun necesito la sanación de Dios para mi vida en este tema, pero el hecho de que lo comparta es un avance, y yo sé que lo que mi buen Dios comienza LO PERFECCIONA, y sé que Él sanará completamente mi corazón.

Oración: Gracias Señor, porque un día me tocaste para darme consuelo, pasaste tu mano por mi cabeza mientras me decías: “Yo sé lo que estás sintiendo, lo que estás pensando, solo confía en mí que yo sé lo que hago. Tienes mi Espíritu Santo para que te consuele y guíe por sendas que desconoces”. Aun no comprendo qué quieres conmigo Señor, solo sé que confío en ti. Amén

Experimentando a Dios en mi Vida: El Señor ha permitido que mucha gente me dé su explicación de por qué creen ellos que Dios ha permitido que pase por esas situaciones, yo lo escucho pero sé que la verdadera razón solo la sabe Dios. Él ha permitido que le experimente en mi vida de diferentes y extrañas maneras y se lo agradezco. Le agradezco por permitirme conocer a muchachos que necesitan el consejo y a veces solo el cariño de un padre y yo he estado ahí para suplir en algo esa carencia, a la vez que me permite sentirme como papá. GRACIAS Señor por tu consuelo y tu paz. TE AMO POR ESE MINUTO ETERNO QUE ME REGALASTE. Eres y serás siempre un Tesoro especial en mi vida, TE AMO.

lunes, 30 de marzo de 2009

La verdadera riqueza



Cuando era niño asistí a una escuela pública, ahí habían estudiados todos mis nueve hermanos mayores y yo no podía ser la excepción, recuerdo que era un muchacho muy sociable que le gustaba hablar mucho con todo el mundo (aun no he cambiado eso, y espero no hacerlo) y eso me hacía sacar cualquier tema de conversación posible, y mi pasatiempo favorito era ver televisión (aun tampoco he cambiado eso, solo que ahora tengo menos tiempo para hacerlo) y contaba muchas cosas de las comiquitas que veíamos todos los chicos de esa época, un día conté lo mucho que me gustaba el traje azul de Spiderman (Hombre araña) y noté que la mirada de mis amigos había cambiado y yo no entendía lo que estaba sucediendo: ¿Qué dije? ¿Qué los ofendió? Hasta que unos de ellos habló y me dijo: ¿Cómo sabes que es azul? A lo que respondí: “porque lo veo todos los días” y la mirada de ellos se hizo más extraña y ya me estaba sintiendo un poco nervioso porque no entendía nada, y el mismo amigo me preguntó: ¿en tu casa hay televisión a color? Y yo dije: Sí, desde hace mucho tiempo. Y los chicos me hicieron una pregunta que pareció la más extraña que me habían hecho en mi vida: ¿Tú eres rico? Y yo me reí y dije: “Claro que no, ¿cómo se les ocurre eso?” es que ninguno de nosotros tenemos.
Ahora, unos cuantos “añitos” después, me pongo a pensar en esa situación de mi infancia, obviamente no éramos ricos en mi familia en aquel entonces, ni ahora menos, pero me di cuenta que teníamos ciertas comodidades que mis compañeros no tenían, para mí en ese entonces eso no llamaba mi atención, porque crecí así pero no apreciaba los esfuerzos que había hecho mi papá (a quien llamamos en casa “Mi Paíto”) por darnos algunas comodidades, el era en ese entonces un obrero de una central azucarero (fábrica de azúcar) trabajaba tres turnos, se esforzaba por mantener a doce adorables criaturas, claro que no éramos ricos, pero teníamos algunas cosas que para mí en ese entonces creía que todo el mundo las tenía, eso hacía que no valorara ese tipo de cosas.
Hoy día como hijo de Dios que soy, pienso que Dios nos ha colmado de bendiciones y “riquezas” que no apreciamos porque pensamos que las merecemos o que todos las tienen, así como yo creía de pequeño, Dios nos da muchísimas cosas que a veces pasan desapercibidas en nuestras vidas y que no las valoramos y claro que nos las agradecemos porque sentimos que es normal tener eso o que eso me pase.
Cuando menciono riquezas no me refiero solo a lo material, sino aquellas cosas valiosas que Dios nos da y que son imprescindibles en nuestras vidas, cosas que tenemos y que no le damos el justo valor que tienen, aquí les enumero algunas:
1. Poder ver
2. Poder oír
3. Poder tocar
4. Poder probar
5. Poder sentir
6. Poder reír
7. Poder amar
Las cosas más preciadas de la vida, no se pueden construir con la mano, ni comprar con dinero. Solo un Dios tierno y amoroso nos da cosas que nos son útiles, pero que nosotros creemos que es natural que las tengamos, y hasta creemos que las merecemos.
He aprendido con la ayuda de Dios, que Él nos provee ciertas cosas para que:
1. Las usemos para nuestro beneficio o uso personal. Él quiere que estemos bien y sabe de qué cosas necesitamos (Filipenses 4:11-13)
2. Las usemos en ayudar a otras personas. Dios nos bendice para que seamos de bendición a otros, Él no quiere que nos quedemos con los brazos cruzados viendo la necesidad de otros. (Génesis 22:18; Lucas 10:27; Santiago 2:8)
3. Las usemos para adorar, agradecer y glorificar a Dios. Dios quiere que seamos agradecidos con él por lo que nos da, y que demostremos ese agradecimiento constantemente. (Salmo 96:8)
A cada instante Dios nos bendice y hace regalos maravillosos que solamente hay que abrir los ojos para poder apreciarlos, el solo hecho de ver la creación notamos el sello de Dios que dice: “Hecho en el cielo para ti” bueno así lo aprecio yo, el milagro de la vida que Dios a cada instante realiza en la creación, se hace evidente en cada niño, en cada cosa sencilla que sucede como una flor que se abre o un pájaro que vuela. Cuando presencio y medito en todo esto, me dan ganas de caer de rodillas y alabar el nombre de Dios. Comprendo la poesía del salmista que alaba la creación:

Los cielos cuentan la gloria de Dios,
el firmamento proclama la obra de sus manos.
Un día comparte al otro la noticia,
una noche a la otra se lo hace saber.
Sin palabras, sin lenguaje,
sin una voz perceptible,
por toda la tierra resuena su eco,
¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!
Salmo 19:1-4

Oh SEÑOR, soberano nuestro,
¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!
¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!
Por causa de tus adversarios
has hecho que brote la alabanza
de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho,
para silenciar al enemigo y al rebelde.
Salmo 8:1-2


¡Vivir es maravilloso! ¡Cuántas cosas podemos hacer con la vida que Dios nos da! Podemos amar, compartir las emociones del corazón con otros y hacernos solidarios con sus alegrías y dolores. Podemos servir, gastar de lo nuestro en hacer felices a otros. Podemos construir con el trabajo y esfuerzo, un mundo mejor.
Para el cristiano, la vida es mucho más: sabe que nadie es dueño de su destino y por eso la vive aquí provisionalmente, esperando la vida definitiva que Dios nos dará en la eternidad. Recibe los dones de la vida como regalos de Dios para servicio a los demás. Piensa que jamás ha llegado al fondo del deber y camina hasta el fin en busca del ideal. Sabe que sin Dios nada se puede hacer (Juan 15:5); nada eterno puede construir, y busca a Dios afanosamente en la oración y el trabajo; en la adoración y el servicio.
Tenemos la certeza de que Jesucristo, desde aquí abajo construye en cada una de nuestras vidas temporales, la vida eterna. Por eso esperamos… apoyados en nuestra fe, nuestra propia resurrección. Esperamos “cielo nuevo y la tierra nueva” donde habitará la justicia, y todo será luz y felicidad, porque Dios vivirá con su pueblo, enjugará todas las lágrimas, y “ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque las primeras cosas habrán dejado de existir”. Y como Dios ha prometido: “Hará nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21: 1-5)
¡Qué bello es vivir cuando Jesucristo es “en nosotros la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27)

Oración: Gracias Señor, por tu bondad y gran misericordia. Porque me has colmado de riquezas que antes no apreciaba, pero que ahora me has hecho ver y entender que son mi riqueza más preciada. Gracias por darme la facultad de ver, oír, gustar, sentir, reír y amar. Por la salvación de mi alma que es la mejor posesión que me has dado. Y por darme la oportunidad de comunicar a otros tu precioso nombre.

Experimentando a Dios en mi vida: Si hoy me preguntaran aquellos compañeros de primaria: ¿Eres rico? Mi respuesta sería diferente, les diría: ¡¡¡Sííííííííí!!! Porque verdaderamente Dios me ha hecho muy rico. No materialmente, pero sí en esas cosas que la mayoría tenemos y que no apreciamos ni agradecemos por tenerlas. Dios se ha manifestado alrededor de mi vida a través de personas maravillosas que me aman y se preocupan por mí: Mis padres, mi esposa, mis hermanos y otras muy especiales para mí. Agradezco a mi Dios cada regalo y especialmente la riqueza de conocerlo a Él cada día más, no solo conocer acerca de Él sino conocerlo a Él. Gracias mi hermoso Señor. ¡¡¡MI MAYOR RIQUEZA ES CONOCERTE Y SABER QUE ME AMAS!!!

viernes, 27 de marzo de 2009

¡Cristianos tristes... tristes cristianos!


¡Cristianos tristes… tristes cristianos!
Siempre me pregunto: ¿Por qué hay tantos cristianos de cara triste? Cristianos severos, vestidos de luto, cuya religión se reduce a una serie denegaciones a las cosas buenas de la vida. Cristianos a quienes se les va la vida haciendo guardia al pie de un sepulcro vacío, como testigos de la ausencia de Dios. Simplemente son tristes cristianos.
Francamente, no me gusta esa clase de “cristianismo”. Hace poco conversaba con una joven que me decía que por qué yo era “tan poco serio” (me gusta bromear, reírme, hacer reír, tal vez tenga un poco o mucho de payaso) y yo le respondí a esta joven que se imaginara un mundo donde nadie sonría o ría aunque sea un poco, donde todos se tomen todo demasiado en serio y no se tome aunque sea un poquito de tiempo para ver el lado cómico o agradable de cada situación que vivimos.
Le hablé a esta joven de que hasta Dios reía y sonreía cada día. Ella se sorprendió muchísimo de lo que le acababa de decir: ¿Dios se ríe? Preguntó con sus ojos muy abiertos, y yo le dije ¡¡¡CLARO!!! Pensando que todos sabíamos eso, pero estaba equivocado, aquello era una noticia nueva y difícil de creer para esta jovencita.
Comencé a contarle a esta joven que cuando Dios creó este hermoso universo, no podía estar serio aunque el trabajo era serio. Tenía que tener (valga la redundancia) una hermosa sonrisa al ver lo que estaba haciendo, también cuando creó al ser humano tenía que estar sonriendo. Lástima que esta jovencita mal interpretó lo que dije y me contestó entonces Dios se burla de nosotros. Le dije ¡¡¡CLARO QUE NO!!! Dios no es un sarcástico que se burla de nosotros.
Entonces comprendí que tal vez mucha gente cristiana está con cara de triste o seria porque no saben distinguir entre sonreír o burlarse. Dios no quiere que nos burlemos de nadie, Dios quiere que nuestros rostros y nuestras actitudes reflejen lo que Él está haciendo en nuestras vidas.
Dios se describe a sí mismo como el Dios de la alegría: “Cantarme con júbilo; a aclamarme con cánticos. Lleguen ante mí, con acción de gracias, y aclamarme, como la roca de la salvación” (Salmo 95:1). Cuando a Jesús se le acercaba la hora de la prueba final, le aseguraba a sus seguidores que recibirían una alegría sin igual: “Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa… les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría… Aunque ahora están tristes, cuando vuelva a verlos se alegrarán y nadie les va a quitar esa alegría”.
La calidad de la alegría de Dios la podemos ver en Jesús. Él sí que fue alegre. Serenamente alegre, divinamente alegre, infinitamente alegre, siempre alegre, alegre en la alegría (porque hay muchos que parece que se deprimen en medio de los que están alegres), alegre en el dolor, alegre en el triunfo y alegre en los aparentes reveses de su vida y ministerio.
Las “bienaventuranzas” son toda una novedosa filosofía de cómo ser felices en cualquier circunstancia: alegres inclusive en la pobreza, la persecución o las lágrimas. Y por supuesto, alegres en la práctica de las virtudes, como la pureza de corazón, la paz, la paciencia y la misericordia. ¡Alegres siempre alegres! Eso está en todas las páginas de la palabra de Dios.
Quién dijo que para mostrar santidad hay que estar serios, con el ceño fruncido como si tuviéramos problemas para ir al baño. Nada más lejos de la realidad que eso, Dios nos quiere alegres, risueños porque Él mismo lo es. Debemos diferenciar lo que es reír y lo que es burlarnos de los demás. Lo necesitamos, porque con las caras que vemos muchas veces cuando entramos a los templos de las iglesias, pareciese que estuviéramos entrando al funeral de Jesús y que somos los principales sospechosos de haberlo asesinado, y no pareciera que estamos entrando al lugar donde ¡¡¡CELEBRAMOS!!! Que Él RESUCITÓ, entérense si aun no lo han hecho, ¡Él está VIVO! Y eso es motivo suficiente para que nuestros rudos rostros esbocen una sonrisa, hagamos el esfuerzo mientras nos acostumbramos, luego saldrá espontáneamente y nuestros rostros gritarán ¡¡¡ÉL VIVE!!!

Oración: Esta es “La Oración del Buen Humor” de Tomás Moro y se las dejo como mi oración en esta oportunidad:

Señor, dame una buena digestión
Y naturalmente, algo que digerir,
Dame la salud del cuerpo,
Y el buen humor necesario para mantenerla.

Dame un alma sana, Señor,
Que tenga siempre ante los ojos
Lo que es bueno y puro,
De modo que, ante el pecado,
No se escandalice,
Sino que sepa encontrar el modo de remediarlo.

Dame un alma que no conozca el aburrimiento,
Los ronroneos, los suspiros ni los lamentos.
Y no permitas que tome demasiado en serio
Esa cosa entrometida que se llama el “yo”.

Dame, Señor, un buen sentido del humor.
Que aprenda a reírme de un buen chiste
Y a descubrir el lado alegre de la vida,
Para compartirlo con los demás”.

Experimentando a Dios en mi vida: Dios se sonríe y se ríe conmigo, no de mí. Así como puedo herirlo con mis actitudes y acciones, también puedo sacar una hermosa sonrisa y hasta carcajada de Él. Si mi Dios es alegre y se preocupa por mi alegría, por qué no voy a esforzarme por estar alegre, sonreír y estar feliz si Él me da todo lo que necesito para esto. Dios obra a mi alrededor con gente que es feliz y me contagia, rio con los que ríen y lloro con los que lloran, pero no para quedarme ahí llorando eternamente, sino para que juntos encontremos una razón para reír juntos. Gracias Señor por ser mi motivo de alegría. ¡¡¡SEÑOR RÍAMOS JUNTOS!!! Jajajajaja. TE AMO MÁS CON CADA SONRISA QUE PRODUCES EN MÍ.

miércoles, 25 de marzo de 2009

HOLA, ¿Qué tal? Yo soy Jesús


HOLA, ¿Qué tal? Yo soy Jesús
En esta oportunidad, seré más informal, porque quiero compartir algo de cómo cambió mi vida. Esta experiencia que estoy por compartir, es muy especial para mí porque significó un cambio trascendental en mi vida, y últimamente ha venido a mi mente, no sé por qué, pero la he estado recordando y me pone una sonrisa en mi cara cada vez que la recuerdo. Tenía yo 18 años y estaba en las filas del ejército de mi patria, me esforzaba por ser el mejor en lo que hacía porque Doña Francisca, mi mamá o maíta como le decimos sus hijos, siempre me decía haz siempre tu mejor esfuerzo, si decides ser barrendero de calles debes esforzarte siempre por ser el mejor barrendero de calles que exista, yo sé que ella nunca desearía que uno de sus hijos fuera barrendero pero siempre decía eso para estimularnos, aunque tal vez (ahora que lo pienso jeje) ¿sería que no tenía muchas esperanzas de que yo hiciera algo mejor que barrer las calles?
Bueno, como decía me esforzaba por ser el mejor soldado, ganaba méritos por todo. Era el mejor y más rápido desarmando y armando un fusil, era muy bueno en el orden cerrado, disparando era excelente, tanto que fui francotirador, hice mis cursos de sobrevivencia, antiguerrilla y muchos más destacándome en cada uno de ellos, esto me hacía estar muy orgulloso de mí mismo. Pensaba que no necesitaba de nadie para alcanzar lo que yo quisiera. Pero estaba lleno de soledad y tristeza en mi corazón. Una de las razones por las que decidí entrar a las fuerzas armadas era que pensaba que nadie, ni siquiera esa hermosa viejita Doña Francisca, me amaba. Estaba lleno de rencor hacia todos y hacia todo. Claro, pienso yo hoy día, quién me iba a querer si yo era realmente un ser indeseable, egoísta que solo pensaba en mí mismo, y que le hacía la vida imposible a todos.
Un día salí de licencia por un fin de semana y el día domingo muy tempranito mi maíta me dijo que si la quería acompañar a la iglesia que quedaba a tres cuadras apenas de la casa, como para que no me esforzara mucho, yo le dije que lo iba a pensar mientras desayunaba. Pero, mientras comía lentamente mi comida (cosa rara, porque generalmente como muy rápido) pensaba: ¿Qué voy hacer yo metido en medio de un montón de viejitas que no tienen nada mejor que hacer? Y no voy aceptar que me presionen hacer nada que yo no quiera. Maíta insistió tanto que fui solo para que no me fastidiara más. Al llegar a la entrada del templo, salieron a mi encuentro un montón de jóvenes de mi edad y otros menores y aun mayores pero no mucho, y me sorprendí que me llamaran por mi nombre. Me dijeron, hola Carlos qué bueno que estas aquí (y yo pensaba: ¿por qué saben mi nombre?) tenemos mucho tiempo orando por ti, para que te destaques en todo lo hagas en el ejército y que además para que Dios te proteja siempre. WOW!!! Me impresionaron y me sentí muy bien, pasó el servicio, estuve en una clase donde me preguntaron algo que no recuerdo porque me dio miedo responder, por primera vez en mi vida me quedaba callado sin saber qué hacer ni qué decir, luego pasamos otra vez a la parte principal del templo y ahí me dieron una bienvenida, me hicieron ponerme de pie y todos gritaron (para mi sorpresa) ¡¡¡HOLA CARLOS, BIENVENIDO!!! Y me abrazaron y me sentí muy extraño.
Terminó aquel servicio y regresé a mi batallón esa misma tarde para reportarme de mi licencia, pero me fui todo el camino pensando en lo que había sucedido. En lo bien y a gusto que me sentí en medio de esos evangélicos locos (como los llamaba en ese entonces, bueno para ser sincero aun los llamo así jeje) y que de ninguna manera mis compañeros de milicia debían enterarse de que yo estuve en ese lugar.
Pasó un mes, y yo seguía meditando en aquella experiencia y hasta deseaba salir de licencia pronto para ir nuevamente a ese lugar. Hasta que salí y fui a mi casa y cuando mi viejita me invitó nuevamente a que la acompañara, no lo dudé y le dije que sí. Llegué nuevamente al templo y el mismo recibimiento que la primera vez, las mismas sonrisas y caras que la otra vez, y yo me preguntaba por qué sonríen tanto, es que no se cansan, parecen “misses” de belleza que no paran de sonreír, ¿qué los hace tan felices y que yo no tengo? Pero pronto vendría la respuesta a todas mis inquietudes. Una hermana se me acercó (adivinen, sí estaba sonriendo jeje) y me dijo Carlos, ¿Puedes acompañarme al salón de jóvenes? El pastor quiere hablar contigo, y yo dije ups ¿qué querrá? A lo que la dama me respondió, tranquilo que no es nada malo, él solo quiere presentarte a Jesús. Y yo pensé: ¿Quién será este Jesús? ¿Será algún joven que aun no he conocido? Me imaginaba al pastor entrando al salón con un joven o caballero mayor y que este me diría: HOLA, ¿Qué tal? Yo soy Jesús… pero para mi sorpresa, el pastor entra solo al salón, se sienta y me dice: Carlos, quiero presentarte a Jesús. Yo miré para la puerta y nada y pensé: Yo sabía, siempre lo he sabido, los evangélicos son locos, porque yo no veo al tal Jesús.
Y este hombre, tomó una enorme y pesada Biblia, la abrió y leyó un pasaje: Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” y yo le dije solamente: “y…” y él volvió a mirar su Biblia y me imagino que pensó “esto no será fácil”. Sin dejar de mirar la Biblia me dijo de nuevo el versículo pero cambió algunas palabras: “Porque de tal manera amó Dios a Carlos, que ha dado a su Hijo unigénito, para que si Carlos cree él no se pierda, mas tenga vida eterna” Hey… un momento así no lo escuché la primera vez, y desde ahí empezó a explicarme todo lo que hizo Jesús por AMOR a mí. Y yo pensaba: ¡¡¡no es posible!!! ¡!!a mí nadie me ama¡¡¡ ¿Cómo puede este Jesús hace eso por mí? Y por primera vez sentí que le importaba a alguien, y sentí que alguien me amaba a pesar de ser como yo era.
Lo demás no lo recuerdo porque este pastor habló mucho y mi memoria ya no es tan buena, pero lo que sí recuerdo fue esta pregunta ¿Quieres invitar a Jesús a entrar a tu vida? Y ¿dejar que él te cambie? Yo solo puede responder: Pero ¿Cómo lo hago? Y me respondió con una sencilla oración, ah esta sí que la recuerdo como si la hubiese dicho ayer, claro él me ayudó a hacerla. El pastor me dijo solo repite después de mi: “Señor Jesús, te abro las puertas de mi corazón y te recibo como Señor y Salvador de mi vida, me arrepiento de todos mis pecados, y hazme la persona que tú quieres que sea” Amén
El pastor emocionado me hizo una pregunta más, ¿Qué sentiste cuando hiciste la oración? Sus ojos brillaban esperando la respuesta y yo le dije: ¡!!NADA¡¡¡ el brillo en sus ojos ya no era igual, y la sonrisa se notó un poquito forzada, pero se armó de valor y me dijo, no importa porque igual él está en tu corazón. Y yo dije, ¡!!si usted lo dice¡¡¡ así será, usted sabe más que yo. Pero de verdad Jesús entró en mi vida, porque los cambios comenzaron a ser evidentes en mí aunque yo no me daba cuenta, la gente me decía: Caramba qué cambiado estás, yo pensaba que bromeaban. Seguí asistiendo a la iglesia, tomé clases de doctrina, me bauticé y desde ese entonces he permanecido en sus caminos.
Siempre me he preguntado: si soy extraño por no haber sentido nada en esa oportunidad. Pero el Señor me ha dicho: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9), también mi precioso Señor me recuerda siempre esto: “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28). “…ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39)
Tal vez mucha gente diga que hay que sentir cosas como he oído: “un no sé qué…” o “como si me quitaran un peso de encima” pero si tu eres como yo, que no sentiste nada cuando Jesús entró a tu vida, NO TE PREOCUPES, igual Jesús sí entró, porque la única evidencia de su presencia en nuestras vidas es Su Espíritu Santo, y el Señor dijo: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16). Solo el cambio que Él genera en ti, es la evidencia de que Él mora en ti. Nada tiene que ver los sentimientos, porque esté triste o feliz ¡¡¡ÉL ESTA CONMIGO!!!

Oración: Señor, gracias porque un día entraste a mi vida y lo revolviste todo, pero no para causar un desorden sino para ordenar el caos que era mi vida. Me has salvado, transformado y guiado por tus sendas. Gracias porque cada día estoy seguro y feliz de haberte conocido, gracias porque aquel 26 de julio de 1985 entraste en aquel salón y me dijiste HOLA, ¿Qué tal? Yo soy Jesús…

Experimentando a Dios en mi vida: Tal vez, Jesús no entró literalmente a ese salón y dijo esas palabras, pero yo quiero imaginármelo de esa manera. Dios usó como instrumento precioso a un hombre rústico que carraspeó su garganta al ver lo difícil que sería presentarme a Jesús, Dios te doy gracias porque ese hombre no se desanimó ante mi actitud, sino que oró a ti pidiéndote sabiduría y pudo tocar la necesidad apremiante que había en mi corazón, la falta de amor, es increíble y el Señor jamás deja de sorprenderme, ¿será por eso que no me aburro de Él? Porque en ese instante oír mi nombre al lado de la palabra AMOR, fue lo que me hizo atender a aquel hombre. Gracias Señor porque como dice aquel canto: ¿Qué sería de mí si no me hubieras alcanzado? ¿Dónde estaría hoy si no me hubieras perdonado? Ante tanto amor solo puedo expresar, ¡¡¡HOLA, JESÚS ¿QUÉ TAL? SOY CARLOS!!! Aquí estoy rendido a tus pies desde aquel día. ¿Sabes? TE AMO